
Por: Maestro en Psicoterapia Clínica Ramón Esparza Díaz
En las últimos meses, la educación ha enfrentado transformaciones profundas que, aunque necesarias en muchos casos, han sido implementadas con escasa planeación. Estas decisiones apresuradas —desde reformas curriculares hasta cambios en plataformas tecnológicas— han obligado a los docentes a emprender un proceso constante de adaptación, no siempre en condiciones óptimas.
La realidad en las aulas
Para muchos maestros, los anuncios de nuevas metodologías o programas llegan acompañados de incertidumbre. “Un día trabajábamos con un plan, al siguiente ya teníamos que modificar la manera de evaluar sin haber recibido capacitación suficiente”, señala una profesora de preparatoria en Chihuahua.
Este tipo de modificaciones improvisadas impactan directamente en la dinámica de las aulas: los estudiantes perciben la falta de claridad y los docentes cargan con la responsabilidad de “hacer que funcione” a pesar de no contar con las herramientas necesarias.
Impacto en el profesorado
Los especialistas en educación reconocen que los cambios no planificados generan estrés laboral, resistencia al cambio y desgaste emocional. En algunos casos, se traduce en apatía hacia nuevas reformas educativas, pues el profesorado siente que su opinión no es tomada en cuenta.
Un estudio de la Universidad Pedagógica Nacional reveló que el 62% de los docentes en México considera que las reformas educativas recientes fueron “mal planeadas” y que su implementación les demandó más carga administrativa que beneficios reales en la enseñanza.
Estudiantes en medio del proceso
Los alumnos, especialmente de nivel medio superior y superior, se convierten en el centro de estas tensiones. La falta de planeación se refleja en currículos desarticulados, procesos de evaluación ambiguos y métodos que cambian a mitad del ciclo escolar.
“Parece que somos parte de un experimento que cambia constantemente de reglas”, compartió un estudiante de bachillerato tecnológico.
Impacto en la ausencia de la NOM-035 en los planteles de media superior
La NOM-035 de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, que establece lineamientos para identificar, analizar y prevenir factores de riesgo psicosocial en los centros laborales, sigue sin aplicarse de manera efectiva en gran parte de los planteles de educación media superior.
Esta ausencia deja un vacío crítico: los docentes carecen de mecanismos institucionales para canalizar el estrés laboral, la carga administrativa excesiva y la inseguridad ante cambios improvisados. La falta de cumplimiento de la norma no solo afecta al personal, sino que repercute en el ambiente escolar en general, generando climas de tensión que impactan el aprendizaje de los estudiantes.
“Cuando no existen protocolos claros para atender el desgaste docente, el cansancio emocional se filtra en el aula y eso lo perciben los jóvenes”, comenta un especialista en gestión educativa.
De aplicarse la NOM-035 de manera integral, los planteles podrían prevenir conflictos internos, reducir riesgos de burnout y fomentar condiciones más saludables para enfrentar transformaciones educativas, incluso aquellas carentes de planeación.
Lecciones y retos
Expertos en gestión educativa coinciden en que la planeación previa es indispensable para cualquier transformación académica. La falta de consulta con el magisterio, la carencia de programas piloto y la imposición de fechas poco realistas son factores que terminan desgastando al sistema.
Sin embargo, también resaltan la resiliencia del profesorado: pese a los vacíos, la mayoría de los docentes buscan capacitarse por cuenta propia, diseñar materiales adecuados y sostener el proceso de enseñanza con creatividad.
El camino pendiente
Para que los cambios educativos tengan éxito, se requiere una ruta clara:
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Participación activa de los docentes en la planeación.
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Capacitación previa y acompañamiento durante la implementación.
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Evaluación continua con base en resultados reales, no administrativos.
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Aplicación plena de la NOM-035 para atender riesgos psicosociales en las escuelas.
Solo así se evitará que el proceso de adaptación se convierta en una carrera de resistencia donde los maestros corren a ciegas.