En distintos rincones del mundo, varios homicidas confesaron haber encontrado motivación en cintas que mezclan horror y locura
A veces, el drama no termina con los créditos. Algunas películas trascienden la pantalla y se adentran en las sombras de la vida real, dando lugar a crímenes impactantes.
Adentrarse en este oscuro teatro de la realidad permite entender cómo la influencia cultural, los trastornos mentales y la obsesión pueden convertir una historia de cine en una tragedia real.
“El Exorcista” (1973): el terror más allá de la pantalla
Estrenada en 1973, “El Exorcista”, dirigida por William Friedkin, marcó un antes y un después en el género del terror. Su historia sobre una niña poseída por un demonio y los intentos de dos sacerdotes por salvar su alma dejó una profunda huella en la cultura popular.
Sin embargo, en 1980, Patricia Ann Frazier, una mujer de Wichita Falls, Texas, asesinó brutalmente a su hija de cuatro años convencida de que estaba poseída. Según reportó United Press International (UPI) en su cobertura del caso, la mujer había visto la película días antes y declaró que “el demonio había entrado en la niña”.
El tribunal atribuyó el crimen a una combinación de trastorno psicótico y lo que los psiquiatras describieron como “trauma cinematográfico”. Según The Washington Post, el caso fue uno de los primeros en Estados Unidos donde se mencionó una influencia directa de una película de terror en un acto criminal.
“Viernes 13” (1980): el fan que se convirtió en asesino
La saga “Viernes 13” es famosa por su personaje Jason Voorhees y su máscara de hockey, símbolo del cine slasher. Pero en 1988, ese símbolo adquirió una connotación siniestra en la vida real.
Mark Branch, un joven de Massachusetts obsesionado con la franquicia, asesinó a Sharon Gregory, una estudiante de psicología de 18 años. Según informó Associated Press, Branch solía vestirse como Jason y había manifestado a sus amigos que “quería ser como él”.
Tras el crimen, la policía halló en su habitación varias máscaras de hockey y recortes de periódicos sobre asesinatos ficticios. The Boston Globe señaló que el caso desató una discusión sobre los límites entre el entretenimiento y la fascinación patológica por la violencia.

“Halloween II” (1981): el eco del asesino enmascarado
La secuela “Halloween II”, dirigida por Rick Rosenthal y escrita por John Carpenter, continuó la historia de Michael Myers, el asesino implacable que aterroriza a la joven Laurie Strode.
Ese mismo año, en California, Richard Boyer fue acusado de asesinar brutalmente a una pareja de ancianos después de ver la película mientras consumía drogas. Según Los Angeles Times, Boyer confesó haber tenido “visiones del filme” durante el crimen y aseguró que se sentía “poseído por la figura de Myers”.
Décadas después, en 2012, otro caso similar volvió a asociarse con la franquicia. Jake Evans, un adolescente de Texas, mató a su madre y a su hermana tras ver el remake de “Halloween” de Rob Zombie. Según el informe policial citado por The Dallas Morning News, el joven dijo haberse inspirado en la facilidad con la que los personajes de la película cometían asesinatos.

“Pesadilla en Elm Street” (1984): cuando los sueños se vuelven mortales
El villano Freddy Krueger, creado por Wes Craven, se convirtió en un icono del terror al atacar a sus víctimas dentro de sus sueños. Pero el límite entre la ficción y la realidad se desdibujó para Daniel González, un joven británico con antecedentes psiquiátricos.
En 2004, González asesinó a cuatro personas en un ataque de tres días en el sur de Inglaterra. Según The Guardian, el homicida había dicho a sus amigos que quería “ser como Freddy Krueger” y que “matar sería divertido”.
Durante su juicio, los expertos determinaron que sufría esquizofrenia paranoide, pero su fascinación por el personaje ficticio fue mencionada como parte del impulso que desencadenó sus crímenes.

“Chucky: El muñeco maldito” (1988)
La franquicia “El muñeco diabólico”, que introdujo al muñeco asesino Chucky, también tuvo reflejos en hechos reales. En 1993, el asesinato del pequeño James Bulger en Liverpool conmocionó al Reino Unido.
Según reportó BBC News, los asesinos, dos niños de diez años, habían visto recientemente “El muñeco diabólico 3” y replicaron escenas similares al arrastrar al pequeño Bulger antes de matarlo. Aunque nunca se probó una relación directa, el caso abrió un fuerte debate sobre el acceso de menores a películas violentas.
Otros crímenes posteriores también reflejaron esta influencia. En 2015, The Moscow Times informó que una asesina rusa llamada Elena Lobacheva fue apodada “la novia de Chucky” por la policía, debido a su obsesión con la saga y su método de ataque.

“Scream” (1996): la máscara del horror en la vida real
La película “Scream”, dirigida por Wes Craven, revitalizó el terror con su asesino enmascarado conocido como Ghostface. Sin embargo, el ícono también inspiró imitaciones fuera de la pantalla.
En 1999, dos adolescentes británicos apuñalaron a su amigo 18 veces, un ataque que The Independent vinculó directamente con la película. Los jóvenes afirmaron haber visto la cinta poco antes del crimen.
En otro caso ocurrido en 2001, un hombre en Bélgica asesinó a su vecino usando una máscara idéntica a la de Ghostface. Según Reuters, declaró ante la policía que “quería sentir lo que sentían los asesinos de la película”.

“Saw VI” (2009): la crueldad hecha realidad
La saga “Saw” llevó el horror a nuevas dimensiones con sus juegos macabros y castigos extremos. En 2013, Matthew Tinling, un joven británico, fue condenado a 30 años de prisión por asesinar a su compañero de vivienda, Richard Hamilton.
Durante el juicio, The Guardian informó que el fiscal explicó cómo Tinling había intentado “recrear una de las trampas de ‘Saw VI’” al intentar cortar la médula espinal de la víctima. La policía halló una copia del DVD en su casa, lo que reforzó la conexión con la película.
El juez del caso señaló que Tinling “imitó la brutalidad de la cinta con una precisión escalofriante”, y el hecho reavivó el debate sobre los límites del cine de terror extremo.

“La Purga” (2013): del cine distópico al miedo social
Dirigida por James DeMonaco, “La Purga” plantea una sociedad futurista donde, durante una noche al año, todos los crímenes son legales. Su propuesta provocó intensas reacciones sociales.
En 2014, la policía de Louisville, Kentucky, reportó una ola de mensajes en redes sociales que anunciaban una “Purga real”. Según CNN, el miedo se extendió rápidamente y varios comercios cerraron por precaución. Aunque no hubo crímenes asociados, el pánico colectivo demostró la potencia cultural del filme.
En 2016, CBS News informó que un joven de Indiana declaró haberse “inspirado en La Purga” antes de cometer una serie de asesinatos. Las autoridades lo calificaron como un ejemplo de cómo una ficción puede alimentar ideas violentas en personas mentalmente inestables.

“Tiburón” (1975): el miedo convertido en violencia animal
El clásico “Tiburón” de Steven Spielberg provocó un efecto colateral inesperado. Aunque no inspiró asesinatos humanos, sí alentó ataques contra tiburones reales. Según National Geographic, tras el estreno de la película se registró un aumento de cacerías masivas de escualos en Estados Unidos y Australia.
El biólogo marino George Burgess, citado por The Washington Post, señaló que “la demonización del tiburón blanco fue una consecuencia directa del impacto cultural del filme”. Incluso décadas después, la población de tiburones en ciertas zonas costeras tardó años en recuperarse.

A pesar de que muchos de estos crímenes comparten una conexión superficial con el cine, los expertos coinciden en que la película nunca es la causa directa. Según el psicólogo forense Michael Stone, citado por ABC News, “la mayoría de los individuos que cometen este tipo de crímenes ya presentan trastornos mentales graves o psicopatías, y la película actúa solo como catalizador simbólico”.
Las producciones de terror, señala The New York Times, “no convierten a las personas en asesinos, pero pueden ofrecerles un guion en el que proyectar su violencia interna”.









